Nuestra historia
Madrid y las letras han sido los grandes protagonistas de nuestra historia. Ana nació en Valdepeñas, una localidad llena de historia, aceite y vino en Castilla La Mancha. Su llanto resonó el día 6 de mayo de 1989. Hija de María Jesús y Cándido, comparte vivencias con su hermana mayor Consuelo.
Siempre ha sido y es una persona de inquietudes. Voló muy rápido del nido en busca de nuevos conocimientos y aventuras. Vivir la vida, experimentar y conocer el mundo es lo que la mantiene conectada con la tierra. De Ciudad Real se fue a Polonia y tras varias vueltas a la noria, acabó viviendo un año en Inglaterra. Maestra infantil con la maleta siempre preparada y una gran sonrisa como carta de presentación. Es increíble la vida y alegría que transmite.
Es una mujer de piel, calor y sol. Decidió en 2019 regresar a España e instalarse en Madrid. Ya por entonces estaba presentando su primer poemario «Despalpitado». Un poemario cargado de resurgimiento.
Llegaba el día 29 de febrero de 2020. Un día aparentemente normal si no fuese porque no se asoma todos los años. Debe ser que viste timidez. Ese día Madrid acogía a un grupo de poetas con el único pretexto de conocerse y tomar cervezas o vinos hasta que el cuerpo aguantase. Aún Ana y Javier no sabían las sorpresas que tenía guardadas ese día para sus designios.
Javier vio la luz el día 1 de mayo de 1984. Era un día lluvioso, de esos que la primavera elige al azar y sin previo aviso. Se veía al Real Madrid entrenando desde mi ventana —eso me dijeron—. Quizás sea por eso que tengo por filosofía de vida vestir sonrisa aun en días plomizos y que solo invitan a la tristeza. Ese día; sin embargo, fue de alegría para Francisco Javier y Pilar, mis padres. Y para toda mi familia. Luego llego mi hermana a la que le puse el nombre de Laura —sí, lo elegí yo con tan solo cuatro años.
He sido menos movido que Ana, aunque no he dejado tampoco de recorrer mundo. A mi ritmo. Te advierto que no me debes subestimar, pues mi cabeza, sin embargo, sí viaja a dos mil por hora. Me incomodan los silencios no elegidos y que se prologan. Quizás por miedo, suelo sacar toda mi artillería de palabras en modo de defensa propia. Estudié arquitectura, aunque la vida me ha llevado por derroteros digitales. Siempre me ha gustado jugar al LEGO y romper ordenadores para después arreglarlos.
He crecido desde el desamor, desde el amor también y desde mis amigos y familia. La experiencia me la da día a día la vida. Soy habitante de una ciudad, Madrid, que te deja respiro y te obliga siempre a vivirla. Tuve morada en Malasaña y Carabanchel.
Llegó ese día 29 de febrero y los caminos de Ana y míos se unieron. ¡Vaya día! ¡Qué nervios! ¡Qué derroche de no saber ligar! Disimulaba bien que me empezó a gustar nada más verla. Fue una noche mágica y muy corta. Luego nos fuimos cada uno en trenes con direcciones opuestas. No sabíamos en ese momento que nuestros destinos ya estaban unidos por la magia de la fábula del hilo rojo.
Tampoco éramos conocedores que, unos días más tarde, el mundo cambiaría por completo. Una pandemia por medio. La hemos sufrido como todos y la hemos despreciado con un amor sólido que no tenía guisos de extinción. Podían pasar muchas cosas, pero el virus nos infectó con más amor y mucha fortaleza. Nos vemos capaces de poder enfrentarnos juntos a cualquier reto que nos presente en bandeja la vida.
En todo este tiempo, Ana ha escrito otro libro y yo he publicado mi primer micropoemario. El segundo está en la cocina. ¡Ah! También nos hemos embarcado en la creación de una editorial que se llama como el río que riega una de las ciudades que más amo. Durii. Tengo muchas palabras para Zamora y todas serían escritas con cariño. Hoy no es el momento de hablar de ti. Hoy los protagonistas somos Ana y yo, Javier.
Tenemos una bonita familia con Skadi y Mena. Tenemos mucha historia aún por escribir.